“El sarcasmo es la forma más baja de ingenio, pero la forma más alta de inteligencia” rezaba Oscar Wilde; frase que conduce cuestionarse -como forma de humor-, que el sarcasmo puede ayudarnos además con la frustración o el estrés.
Pero, si le dijera que el sarcasmo es una de las herramientas lingüísticas más poderosas, su primera reacción podría ser no tomarme en serio. Tal vez incluso asuma que yo mismo estoy utilizando un poco de ironía.
Expertos descubrieron que el sarcasmo requiere que el cerebro supere numerosas dificultades para llegar a una interpretación correcta, para lo que se necesita más capacidad intelectual que para las declaraciones literales.
Y, aunque a menudo se desdeña como un comportamiento juvenil, el sarcasmo es en realidad una prueba de madurez, ya que el cerebro en desarrollo de un niño tarda años en comprenderlo y dominarlo por completo.
El esfuerzo mental vale la pena. El sarcasmo nos permite agregar un matiz muy necesario a nuestras interacciones, suavizando los golpes de nuestros insultos o agregando una provocación juguetona a un cumplido.
Incluso hay alguna evidencia de que puede prepararnos para ser más creativos y que puede ayudarnos a ventilar emociones negativas cuando nos sentimos deprimidos.
Expertos están tan convencidos de la importancia del sarcasmo que incluso han comenzado a diseñar programas de entrenamiento para aquellos con un sentido subdesarrollado de la ironía sarcástica.
Fuente: https://www.bbc.com/mundo/vert-fut-60405341