Se dice que «la banca siempre gana», como también se dice que «los bancos tienen la culpa de todas las crisis» y «que nunca pagan ninguna condena». En definitiva, un negocio privilegiado porque nunca pierde; si asume altos riesgos y obtiene beneficios, estos se privatizan. Mientras que si lo que obtiene son pérdidas, éstas -lejos de privatizarse-, se socializan. ¿Cuál es el origen de los bancos? ¿Qué supone para el sistema financiero? Y ¿cómo ganan dinero los bancos?. Considerando que éstos también tienen sus riesgos y consecuencias.
El sistema financiero es el conjunto de instituciones, mercados y
agentes que buscan conectar a las personas que poseen dinero con aquellas que
necesitan financiar sus proyectos. Esta red está compuesta por aquellos que
quieren el dinero y se endeudan para conseguirlo, los prestatarios; los que
tienen el dinero y lo prestan, prestamistas; y los que ponen en contacto al
prestamista con el prestatario, los llamados intermediarios financieros.
Los banchieri, cambistas que operaban sentados en bancos de las plazas públicas de Lombardía, Italia, fueron el origen de la banca moderna en el siglo XII… Posteriormente -debido a la prohibición canónica de la usura-, los primeros banqueros eran exclusivamente judíos, porque no estaban subordinados a las leyes de la Iglesia.
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Muchas veces no se piensa en los intermediarios financieros, pero
sin lugar a dudas son fundamentales, porque sin ellos sería muy complicado
obtener financiación. La persona necesitada de capital tendría que buscar a
multitud de personas a quienes les sobrase dinero y que lo quisieran prestar, y
estas tendrían que asumir el gran riesgo de que el dinero prestado no les sea
devuelto. Los intermediarios financieros sirven para poner en contacto de una
manera más eficiente a los prestamistas
y prestatarios, reduciendo riesgos y
ahorrando tiempo. Hoy en día existen multitud de intermediarios: bancos de
inversión, fondos de pensiones, fondos de inversión, micromecenazgos, crowdlending… Pero el más antiguo y
polémico es la banca tradicional.
ÉSTA ES UNA NOTICIA …
Origen y Evolución de la
banca.
El origen de la banca se remonta al antiguo Egipto. En el milenio
IV a.C., el pago de impuestos se centralizaba en almacenes estatales donde se
guardaba el grano de las cosechas para el pago de deudas. De este manera, los
agricultores dejaban su cosecha en los almacenes de la misma forma que hoy los
ahorradores depositan su dinero en depósitos bancarios. Aunque no fue hasta el
milenio II a.C. cuando se dieron los primeros préstamos en forma de grano entre
agricultores y mercaderes en ciudades de Fenicia, Asiria y Babilonia: el grano
se guardaba en los palacios y su cuantía se anotaba en tablillas de barro. No
obstante, los primeros protobancos públicos llegaron en el siglo IV d.C. de la
mano del Imperio romano. Éstos no solamente aceptaban depósitos, sino que
también prestaban con un interés, cambiaban moneda y aceptaban órdenes de pago,
las primeras transferencias de dinero.
Los banchieri, cambistas que operaban sentados en bancos de las
plazas públicas de Lombardía, Italia, fueron el origen de la banca moderna en
el siglo XII. Los primeros bancos privados, como el Banco de San Giorgio,
surgieron ofreciendo una gran variedad de operaciones, así como la separación
de actividades financieras de las comerciales. Debido a la prohibición canónica
de la usura, los primeros banqueros fueron exclusivamente judíos, porque no
estaban subordinados a las leyes de la Iglesia.
Durante el siglo XIII, los templarios sustituyeron a los hebreos
como potencia bancaria en Europa: crearon una red de comercio religioso-militar
en aras de proteger al peregrino que iba a Tierra Santa. Esto permitió que se
convirtieran en tesoreros de la Iglesia y de los reyes europeos, lo que
facilitó su apogeo. No fue hasta el siglo XIV cuando la Iglesia levantó el veto
a la usura permitiendo la creación de los llamados montes de piedad,
instituciones que velaban por los intereses de las clases más pobres. Más
tarde, éstos se reconvirtieron en banca privada y algunos siguen funcionando en
la actualidad, como el Monte dei Paschi di Siena: creado en 1472, es el banco
más antiguo del mundo en activo.
El sistema bancario se extendió por toda Europa ya en los siglos XVI y XVII, cuando también surgió el primer banco nacional, el Banco de Inglaterra. Si bien este banco nació como una entidad privada, Inglaterra prohibió el establecimiento de nuevos bancos en 1844 y nacionalizó el Banco de Inglaterra, que se convirtió así en el primer banco central del mundo, encargado principalmente de controlar la emisión de moneda en el país. La figura de los bancos centrales no tardó en extenderse por los demás países europeos; con ellos se buscaba crear agencias independientes del Gobierno para evitar que la política monetaria cambiara con cada Administración y mejorar así la estabilidad económica. Mientras, la banca privada jugaba el papel de intermediaria financiera entre empresas, particulares y los bancos centrales, que ejercían de “banco de bancos” prestando dinero a la banca privada.
la mejor manera de comprender …
Cómo Ganan Dinero los Bancos
A lo largo de toda la historia, el poder político siempre ha estado
interesado en controlar la economía en mayor o menor medida. La manera más
eficaz de llegar a este objetivo es el control de la demanda y oferta del
dinero a través de los bancos centrales, y la regulación de aquellos que lo
ponen en circulación, la banca convencional. Si el dinero es la sangre y los
bancos privados las venas que irrigan el sistema financiero, los bancos
centrales se encargan de dictar la política monetaria: deciden cuánta sangre y
cuántas venas hacen fluir la economía. Los bancos centrales son unas agencias cuasi-independientes
de los Gobiernos, de perfil técnico y con un grado de autogobierno alto, pero
con representantes políticos en sus consejos o gobernadores elegidos
directamente por ellos.
La política monetaria se basa en el control de la oferta monetaria
a través de la tasa de interés, el precio al que los bancos centrales prestan
el dinero a la banca tradicional. Con ella se puede influir en el crecimiento o
decrecimiento de la economía, en la subida o bajada de los precios (la
inflación), el tipo de cambio con otras monedas e incluso el nivel de
desempleo. La política monetaria es un instrumento crucial para el desarrollo
de un país y su mala gestión puede llevar a que una moneda llegue a no valer
prácticamente nada o, por el contrario, a que tenga valor por sí misma, como en
el caso del bolívar venezolano o las divisas ligadas al patrón oro,
respectivamente.
La banca convencional, sin embargo, es una empresa que se encarga
de intermediar entre ciudadanos, empresas o entidades públicas que buscan
financiación, y los que pueden proveerla, normalmente con fines lucrativos. Existen
dos concepciones erróneas en torno a la forma de operar de un banco: que solo
presta el dinero que los ahorradores han depositado en él y que, de forma
opuesta, un banco puede incluso prestar dinero creado de la nada. Si la segunda
afirmación fuera cierta, los bancos nunca quebrarían, porque siempre podrían
autofinanciarse y rescatarse; además, solo los bancos centrales tienen la
potestad de crear dinero. En cuanto a la primera afirmación, la banca
convencional sí presta mucho más dinero del que los ahorradores le han
entregado. Por tanto, aunque los bancos no pueden crear dinero, sí prestan más
dinero del que tienen. ¿Cómo lo hacen?
Cuando el banco presta dinero lo hace sobre la base de las reservas entregadas por los ahorradores, que ha prometido devolver si estos se las piden. Sin embargo, los ahorradores no suelen pedir todo el dinero de una vez ni todos al mismo tiempo, lo que da margen al banco para prestar más dinero del que realmente tiene en reservas: solo si todos los ahorradores pidieran su dinero al mismo tiempo se pondría de manifiesto que el banco no puede devolvérselo por habérselo prestado a otros usuarios. De esa manera, el banco no está creando dinero, pero sí está poniendo en circulación una deuda que antes no existía y que hace pasar por dinero real, el llamado “sustituto de dinero”. Este fenómeno se conoce como “efecto multiplicador de la banca” y consigue economizar enormemente el uso del dinero, facilitando su circulación.
Lo importante es cómo puedo destacar? …
La cantidad máxima de deuda que un banco convencional puede emitir
está regulada por ley y se mide a través del ratio de reserva, también conocido
como “coeficiente de caja”. Así, un ratio de reserva del 5% permitiría al banco
prestar $1.000 teniendo solo $50 en reserva. Esta herramienta de la política
monetaria está detrás de los grandes beneficios de la banca, pero también
encierra el porqué del crecimiento económico y de las crisis. Cuando el crédito
fluye en la dirección correcta la economía avanza y crece; cuando un banco
asume demasiados riesgos, prestando dinero sin analizar la capacidad de
devolución, por ejemplo, aumenta la posibilidad de una crisis. Un impago
puntual no es un problema, el problema de verdad reside en que esa mala praxis
sea estructural: un ratio de reserva muy bajo favorece que haya más deuda en la
economía y, por lo tanto, más riesgo de que los préstamos no sean devueltos.
Además de los préstamos, la principal fuente de ingresos de los bancos son las
comisiones de apertura, mantenimiento o administración de las cuentas, y otros
servicios que cobran a sus clientes.
Además de conseguir dinero de sus clientes, los bancos se pueden
financiar en las subastas de liquidez. Esta es la manera que tienen los bancos
centrales para poner el dinero en circulación, prestándolo solo a los bancos
convencionales a un tipo de interés determinado en función de su política
monetaria y con condiciones de devolución muy ventajosas. Los bancos privados
también pueden prestarse dinero entre sí, en cuyo caso las transacciones deben
ser canalizadas por el banco central o las cámaras de compensación. El
precedente de estos organismos se encuentra en los banqueros genoveses de la
Edad Moderna, que se reunían cuatro veces al año para compensar deudas que
habían contraído entre ellos, evitando así el riesgo de una crisis bancaria por
exceso de deuda. En la actualidad, el proceso es parecido: los bancos cancelan
sus deudas mutuamente y solo se requiere dinero real para liquidar el saldo
final. Por ejemplo, la cámara de compensación Chips canaliza transacciones
diarias de 1,5 billones de dólares con 3.000 millones de dólares: solo necesita
0,2% de dinero real, el 99,8% restante es deuda que ha sido compensada.
Riesgos y consecuencias de un
sistema bancario
El sistema bancario funciona en un contexto de monopolio del
dinero: solo existe una moneda de curso legal controlada por un banco central
semi-dependiente, que decide la política monetaria. El banco central otorga
licencias bajo requisitos muy concretos a determinadas empresas, la banca
tradicional, lo que implica que puedan formarse oligopolios.
Además, la banca convencional es la única empresa que puede acceder
directamente a financiación a bajo precio de los bancos centrales. Este acceso
privilegiado a la financiación contribuye a que el modelo de negocio de la
banca premie el riesgo. Al tener acceso a gran cantidad de dinero gracias a los
bancos centrales, los bancos privados pueden permitirse inversiones de mayor
volumen y a largo plazo, como las hipotecas a treinta años. A eso se le añade
que los bancos establecen el interés de sus préstamos dependiendo del riesgo de
la inversión, con mayor interés cuanto mayor riesgo. Gran cantidad de dinero
que invertir y premios al riesgo suponen grandes alicientes a que los bancos
asuman riesgos excesivos.
Por si fuera poco, los bancos pueden prestar dinero sin tenerlo,
poniendo en circulación sustitutos de dinero. El segundo riesgo del sistema se
encuentra, por tanto, en que se está poniendo en circulación un dinero que no
se tiene. Ese riesgo ha obligado a imponer una regulación surgida después de
que se pusieran de manifiesto las fallas del sistema. Después de la quiebra del
banco alemán Bankhaus Herstatt en
junio de 1974, los líderes del G10 se sentaron en 1988 para acordar unos
parámetros básicos que impidieran que los bancos se endeudaran hasta el infinito.
Esas negociaciones fructificaron en el primer Acuerdo de Basilea, que después
fue actualizado dos veces más en 2004 y 2010, después de la última gran crisis,
cuando se estableció un ratio de reserva mínimo del 8%. Estos acuerdos se
aplican en veintisiete países y territorios, incluyendo todos los miembros del
G20, así como importantes centros bancarios como Hong Kong y Singapur, que se
reúnen en el Comité de Supervisión
Bancaria de Basilea.
El tercer riesgo del sistema proviene de la interconexión de los
bancos. Dado que los bancos son los encargados de intermediar entre el resto de
agentes económicos, un fallo en el sistema bancario puede hacer caer el
conjunto de la economía, un efecto dominó que desencadenaría graves consecuencias
económicas, sociales y políticas. De ahí deriva el estricto control por parte
de los bancos centrales y Gobiernos. La banca convencional es una empresa
privada que vive en una bancarrota perpetua: solo se sostiene sobre la
confianza de los ahorradores. Si la confianza en un banco se quebrara, es
posible que el resto de bancos del sistema se contagiaran; en un escenario así,
el Gobierno podría verse obligado a limitar la extracción de dinero en cajeros
o cerrar las sucursales bancarias, lo que comúnmente se conoce como corralito.
Por el contrario, si hay confianza en el sistema, los bancos pueden llegar a
mantener en reserva solo el 1% de todo lo que prestan, como era el caso de Citibank justo antes de
estallar la crisis económica de 2008.
Si los bancos asumen los riesgos de una manera inteligente, la
economía crece y estos obtienen unos beneficios de los que gozan como cualquier
otra empresa privada. Sin embargo, ¿qué sucede si los préstamos que ha
concedido el banco no son devueltos? ¿Qué puede hacerse cuando un banco entra
en crisis y hay riesgo de contagio en el sistema bancario? Existen distintas
opciones dependiendo de la amenaza: puede tratarse de un default, la
incapacidad del banco de hacer frente a sus deudas a corto plazo, pero también
puede existir un riesgo real de quiebra, la incapacidad de pagar las deudas a
largo plazo. A menudo, los bancos centrales y Gobiernos deben articular una
respuesta rápida en un periodo de tiempo muy corto disponiendo de una
información incompleta o errónea. Ante
esta situación, tienen dos opciones. La primera es dejar caer al banco,
asumiendo el coste económico y social que supondría la pérdida de los ahorros
de miles o millones de clientes y otras inversiones que tuviera el banco, e
incluso arriesgándose a que se propague la crisis. La segunda es socializar las
pérdidas del banco; es decir, utilizar dinero público para rescatarlo y mejorar
su situación.
La socialización de las pérdidas se puede alcanzar inyectando
dinero a los bancos para que hagan frente a sus problemas de liquidez o
efectivo a través de las llamadas tasas de interés negativas. También se pueden
comprar los activos tóxicos, las deudas que el banco sabe que jamás le
devolverán. Además, el Gobiernos puede rescatar a los bancos en riesgo de quiebra
con dinero del contribuyente, comprándolos y haciendo al Estado responsable del
pago de sus deudas. En la práctica, se suelen combinar varias medidas
dependiendo de la situación de cada banco, tal y como hizo el Banco Central
Europeo (BCE) durante la crisis bancaria de 2008: haciendo uso de sus políticas
monetarias, el BCE decidió bajar los tipos de interés, mientras los Gobiernos
de la UE rescataron a 61 bancos para evitar su bancarrota. El coste total de
estas medidas se estima en 413.000 millones de euros de dinero público.
Con Acuerdos de Basilea o sin ellos, la función de la banca
tradicional es fundamental para el desarrollo de una economía. Su misión no
solo consiste en poner en contacto prestamista con deudor, sino en ser el
garante de la viabilidad de un sistema basado en la confianza. Este rol lo ha
convertido en uno de los agentes económicos más regulados e intervenidos de la
economía, el precio a pagar por quien ejerce como única empresa intermediaria
entre el banco central y el resto de empresas, particulares, instituciones y
mercados que conforman el sistema financiero. Dichas ventajas son un incentivo
para que su modelo de negocio se base en maximizar su rentabilidad, lo que
supone aumentar sus riesgos. Gracias a la socialización de las pérdidas, esto
supone que la banca se ha convertido en un modelo de negocio privilegiado en el
que no existe libertad de entrada y al que siempre le tiene que ir bien por la
enorme responsabilidad en el desarrollo de la prosperidad, la estabilidad
económica y la creación de la riqueza. Tal y como está diseñado, el sistema no
puede caer, pase lo que pase.
Fuente ElOrdenMundial.com