Las colaboraciones mutuamente beneficiosas entre los actores de Inversión de Impacto y los pueblos originarios es posible; aunque ello implique aceptar diferencias fundamentales para perseguir objetivos comunes, e impulsar agendas de cambio climático.
Las voces indígenas se han quedado fuera de las conversaciones globales durante mucho tiempo. Sin embargo, las organizaciones en el ecosistema de inversión de impacto en la región de América Latina están explorando oportunidades e inversiones para impulsar originarias iniciativas.
La inversión de impacto se encuentra en una posición crucial para conectar a las comunidades indígenas con la globalización -sin perder su identidad-, para abrir oportunidades de negocios, e incluso ayudar a las comunidades indígenas a ingresar al mercado laboral.
Como ejemplo, en México, uno de los países más biodiversos y -culturalmente- megadiversos a nivel mundial, la mayoría de los recursos naturales conservados están dentro de las comunidades indígenas. Por lo tanto, es deber de la población externa entender sus necesidades y enfatizar su conocimiento.
Es por esto que la inversión de impacto también podría ayudar con el potencial productivo de las comunidades originarias, brindándoles las herramientas y oportunidades donde esfuerzos como el ecoturismo han fracasado. Sin embargo, y según expertos, esto depende de aceptar las distinciones entre culturas.
«Necesitamos aceptar las diferencias ontológicas con las comunidades indígenas y pensar cómo podemos hacer colaboraciones de mercado basadas en los valores de nuestras diferencias”.
Ante todo lo señalado, cabe destacar que, los proyectos de impacto exitosos han ocurrido cuando las comunidades indígenas aceptan una nueva colaboración o relación de mercado basada en sus creencias, que también se alinean con la visión de los inversionistas o empresario.